martes, 7 de julio de 2015

La suerte de no quejarse

Partimos de la base de que somos profundamente afortunados, y tenemos conciencia de ello. Si andar viajando por el mundo, disfrutando cada pasito, conociendo gente hermosa, paisajes alucinantes, probando cosas nuevas, sabores distintos, músicas diversas es motivo suficiente para estar en el presente y disfrutar sin queja, resulta que cada vez nos adentramos más en esa ola. La no queja (o la poca queja en realidad) se volvió más que un ejercicio, un hábito consciente en esta vida viajera. Y hemos comprobado que tiene sus beneficios.
No solamente somos más felices sin queja, en lo personal y en lo que contagiamos, sino que además fuimos premiados en varias ocasiones. Cuando llegamos a Gili Trawangan, isla repleta de gente, bajamos del bote y encaramos al homestay que habíamos reservado por internet dos días antes. Caminando entre caballos y bicicletas llegamos a la puerta del que parecía ser nuestro lugar. Entramos, saludamos a una pareja de extranjeros, y salió un viejito de atrás de una casita mínima, diciendo “Luis”. Los dos nos damos vuelta y sonreímos respondiendo al llamado. El señor se disculpa y nos dice que no tiene más lugar, que por cuestiones de internet y la velocidad de la conexión, cuando recibió nuestra reserva (que a nosotros ya nos daba como confirmada) ya tenía sus cuartos ocupados. Nos miramos, resignados y sin molestia, le dimos las gracias al viejito divino que se disculpaba y nos sonreía con toda su cara, y salimos a buscar otro lugar. Finalmente terminamos en “Kebun mas”, un lugar muy lindo, con camastro afuera, un buenísimo espacio verde, aire acondicionado y mejor ubicado, por el mismo precio. La lección siguiente fue en Kuta Lombok, donde ligamos picadita de regalo en un restaurant, después de haber pedido dos platos que no tenían. Obviamente todo esto es posible por la enorme generosidad de la gente que habita estas tierras. Con sus corazones enormes y sus ganas de hacer feliz a quien los visita.



Kuta Lombok queda en el sur de la isla de Lombok. Es un lugar chiquito, muy simple, sin mucho para ver, pero si alquilas una motito y manejas unos 40 minutos, te encontrás con paraísos como “Maui”, “Mawun”, donde los surfers pasan el día entero en el agua. Playas bellísimas, arena blanca y mar turquesa. Y para el otro lado, descubrimos “Ann” algo…, una playa hermosa y desierta. Un warung en el medio, para comer algo, y ya. La serenidad encarnada (o emplayada ;)). O “Segar Beach”, donde se puede subir una montañita y disfrutar de una vista in-cre-í-bleeee y respirar inmensidad.


 


Nuestra última noche en Kuta Lombok fue una delicia. Habíamos conocido a unos franceses en un taxi compartido (cosas que pasan cuando uno se desplaza de aquí pa allá constantemente), y resulta que terminamos siendo vecinos de homestay. Ellos paraban en “lo de Eric” y nosotros en el “Honey Bee”, separados apenas por algunos metros, cuyos dueños son primos. Así que quedamos en tomar unas cervezas en la “galería” de su cuarto. Entre birras terminamos compartiendo el rato con otra pareja, una francesa y un marroquí, y Yuri, un ruso que hace dos años vive en Indonesia, surfeando y nada más. Charla va y viene, el tiempo pasó y de pronto nos dimos cuenta que iba siendo hora de comer. En ese momento, llegó Eric (el dueño del homestay, evidentemente) con una olla de arroz, un plato lleno de pescado, otro rebosante de verduras y un bowl con piel de búfalo flotando en una salsa que, según afirmaron los carnívoros, estaba muy muuuy picante. Comimos todos con la mano, a lo local, sentados sobre una tarima, charlando en un megamix de idiomas, brindando por el encuentro y disfrutando de la generosa invitación de Eric que, exceptuando el detalle de que tiene un pájaro atado de una patita en una rama y otros varios encerrados,resultó un anfitrión más que amigable, nos invitó a conocer su casa y nos abrió las puertas a su vida.

Es imposible describir, contar, transmitir cada uno de los pasos que vamos dando, cada persona que el camino nos va presentando… pero es lindo intentar hacer un resumen virtual, compartir un pedazo de todo esto, que tan enamorados y encantados nos tiene.

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