Y
como Ubud ofrece tantas opciones de masajes, spa y demás propuestas relajantes,
decidimos sumarnos y probar un masaje balinés. Recomendable no, lo siguiente (como dirían mis amigas Maki y Almudena).
Desde el momento en que pisamos Sang Spa,
"Natural Holistic Centre", nos mimaron. Unas pantuflitas, un té
de rosellas, música, agua corriendo y sonrisas a montones (aunque esta es en
realidad una característica propia de todos los balineses). Elegimos el masaje
balinés para ver de qué se trataba, y fue una gran elección. El lugar
impecable, muy lindo, una musiquita divina, aceites riquísimos... Nos sentimos
muy bienvenidos, muy cuidados y cómodos. Placer imperdible que potencia la
delicia de la visita a Ubud.
Después
del masaje, y habiendo tomado un rico té de jengibre y comido granadilla, salimos relajadísimos a buscar a Wayan Nuriasih. Algunos tal vez la ubiquen por el libro de
Elizabeth Gilbert, Comer,
rezar y amar (o tal vez por
la peli). Wayan es una mujer sanadora (y la primera hija de su familia, a
juzgar por su nombre, claro), que atiende en el Traditional Balinese Healing Center, donde ofrece lecturas
corporales, masajes, y tratamientos naturales para cuestiones tanto físicas
como emocionales. Llegamos a la puerta y nos encontramos con un cartel apenas
visible, muchas plantas y un portón de chapa a medio abrir. Bajé de la moto y
Lui se quedó afuera esperando, no estábamos seguros de que fuera el lugar
correcto, ni si ella nos recibiría. Entré como si nada, puerta abierta, ella
adentro sentada a la mesa con otra chica. Imaginé que iba a encontrarme con
alguna secretaria o alguien que me dijera que esperara, dada la popularidad que
adquirió después del libro y demás. Pero no. Ahí estaba ella con su sonrisa,
sus ojos achinados y su pelo negrísimo y brilloso. Le dije que quería charlar con
ella por algunas cuestiones físicas, apenas esbocé algo de mi tiroides, y ella
me dio una hoja para que completara con mi nombre y país. Ofreció hacerme una
lectura corporal rápida, en base a la cual me diría cuánto podía
costarme. Y eso hizo. Me dio un manojo de flores y me hizo sentar en una
silla. Lui entró y se sentó también, mientras Wayan terminaba de hacerle una
lectura a la chica que estaba ahí sentada, Yasmeen. Nacida en Los Ángeles pero
de raíces centroamericanas, cuando nos escuchó hablar se sumó al castellano,
encantada. Pasado el tiempo de sostener las flores, Wayan empezó a hacerme la
lectura corporal, anotó varias cosas y luego charlamos un rato. El tratamiento
que me ofrecía resultó inaccesible para mí en este momento, pero de todas
formas fue más que interesante conversar con ella y su frescura, y compartir
algunas ideas.
El
lunes era nuestro último día, así que alquilamos moto y salimos a visitar las
terrazas de arroz, en Tegalalang, a 11 km del centro de Ubud. Bellísimas,
verdísimas. Caminamos entre las terrazas, respirando la humedad y el sol que
tan bien les hacen.
Hacía mucho calor, así que a la tarde salió paseo y luego pileta en la guest-house. Esa noche fuimos a “Pondok
Bamboo Musician” a ver el Shadow Puppet
Theater. Había leído sobre este teatro tradicional balinés, que narra las
historias y mitos propios de estas tierras, acompañados por una orquesta, aquí
llamada gamelan. Resultó ser más
cómico y bizarro de lo esperado, realmente creí que nos encontraríamos con una
narración épica, dado que lo que se contaba era la historia del dios Rama y el
rapto de su esposa Shita, el enfrentamiento del dios con Rahwana, el raptor, y
las peripecias propias del caso: un ejército de monos, las profundidades del
infierno y Kumbakarna, el hermano que muere por defender su patria. Pero en
lugar de eso nos encontramos con sombras que hablaban inglés y mezclaban lo
mítico con las reminiscencias de un típico diálogo turista-mototaxi.
Conclusión: no fue del todo malo, pero tampoco una experiencia mítica.
Musicalmente me encantó, aunque Lui, con justa razón, sigue afirmando que
podrían hacer algo mejor.
Paréntesis
ñoñesco pero que puede ser interesante y/o útil: El idioma oficial de Indonesia
(que está compuesta por 17.000 islas y cientos de dialectos) es el indonesio, bahasa, pero los balineses
hablan balinés. Aquí un breve
glosario fonético y práctico:
Haló=Hola
Suksumá=gracias
(en bahasa sería Trimacasí)
Moalí=de nada
Buka=Abierto
Tutup=Cerrado
Slamatingá=Hasta
luego
Pantai=Playa
Lau=Mar
Air=Agua
Gratis=Gratis =)
Y volviendo a
los nombres unisex, cuando la persona es mujer lleva como artículo Ni, y si es
hombre es I. Ni Wayan, I Wayan, por ejemplo.
Y algunas páginas
recomedadas para chusmear y conocer un poco más de Ubud:
El
martes a la mañana, post desayuno, nos despedimos de Ubud y partimos a Kuta.
Ahí nos quedamos solamente un día, para hacer el trámite de la extensión de la
visa (o más bien empezarlo). Resulta que cuando entramos a Indonesia, con la
visa “on arrival”, o sea tramitada en el aeropuerto, nos dieron solamente 30
días (como si fuera poco… pero en el contexto de este viaje… bueno, se
entiende). Como queremos quedarnos 56 días exactamente, tuvimos que pedir una
extensión. Obviamente si uno va a una agencia de turismo y paga el doble, o
más, de la que cobran en inmigraciones, sólo hay que acercarse una vez para la
foto y ellos se encargan del resto. Pero nosotros preferimos hacerlo por
nuestra cuenta, así que resultará que iremos tres veces a la oficina de
inmigración. De todas formas es super accesible la ubicación, y está todo
perfectamente organizado para que no haya casi espera, así que lo tomamos como
paseo y ya.
Kuta
no tiene mucho para ver, es muy ciudad. Ruido, caos, motos, muchas motos, y
miles de puestitos de ropa, accesorios, comida, etc. Tiene playa, pero apenas
pasamos a verla. El día en Kuta fue más bien de descanso, mates y lectura bajo
techo.