martes, 19 de mayo de 2015

Empezando con Indonesia... Ubud

La madrugada del 15 de mayo Wayan, el taxista que nos llevó del aeropuerto de Denpasar a Ubud, me bautizó Ketut-Clara. Resulta que los balineses tienen la tradición (entre tantas otras, dado que sus vidas están colmadas de ellas, así como de ceremonias y rituales) de bautizar a las personas según el orden en que llegan a la familia. Así, tienen solamente cuatro nombres que valen tanto para mujeres como para hombres. Estos son, en orden de primero a cuarto hijx, Wayan, Made, Nyoman y Ketut. Lui entonces resultó ser Wayan-Luis. ¡Genial! 
Cuando bajamos del taxi, ya en la guest house donde nos hospedamos, nos recibió un hombre pequeñito y sonriente (a pesar de que claramente lo despertamos). Estiró su mano para presentarse diciendo "Ketut", le respondí con una sonrisa y estiré mi mano mientras sorprendida le dije "I am Ketut too" ("Yo también soy Ketut"). Nos reímos los cuatro. Y esa fue nuestra llegada a la isla de Bali que, entre sombras por la oscuridad de la noche, parece una belleza. Belleza oriental, exótica, de una estética compleja, pero belleza profunda. ¡Veremos cómo resulta a la luz del sol!

Y sí… de día Ubud es la belleza que las impresiones nocturnas prometían. Selva, toda selva y terrazas de arroz. Los monos son transeúntes y una gran atracción para los turistas, que caminamos maravillados por estas callecitas repletas de barcitos, de puestos y de sonrisas.
La comida en Ubud es deliciosa, los sabores balineses se mezclan con otros del resto de Asia, y con unos jugos de frutas naturales hechos en el momento que completan el combo. Todo es super accesible (especialmente comparado con Australia, claro), fresco y sabroso. Recomendados hasta ahora: el tahu goreng manis (tofu en una salsa balinesa muy rica, super –pero equilibradamente– especiada) y el tuna panggang sambal matah (es atún grillado con una salsita parecida a nuestra criolla, también con arroz y verduras). Ubud ofrece tantas opciones de lugares para comer, como platos y precios. Hay de todo, y hasta lo más ridículamente barato es riquísimo.
Es cierto que Ubud es muy turístico, y que somos muchos paseando por sus calles. Pero nada de eso le quita el encanto, nada nubla la belleza de sus colores y su espiritualidad proclamada en sus tantísimos templos, en el yoga que se respira, en el modo de andar de algunos…
Bali es una mezcla de paz y armonía y un pasado turbulento de violencia. La religión predominante en Indonesia es el islam pero la población de Bali es hinduista (un hinduismo-balinés, que mezcla la doctrina hindú con el culto a los santos budistas), en un 90%. El territorio de la isla ha visto mucha muerte, mucha lucha, muchos intentos de conquista, mucho enfrentamiento de poder. Y ni hablar del tráfico de drogas… tan fuerte, tan difícil y tan presente, a pesar de tener leyes extremas al respecto, con pena de muerte incluida. Los policías son atentos y amables, pero tienen fama de ser hiper-corruptos, por suerte todavía no tuvimos ocasión de comprobarlo (y esperamos no tenerla en ningún momento, preferimos quedarme con la duda).

La noche en Ubud es muy divertida. Muchos bares, muchos muchos para elegir. Bandas en vivo, balineses tocando y bailando salsa…. ¡Los ritmos latinos apasionan en el mundo entero!
Ubud tiene una sola biblioteca, Pandok Pekak, a la cual uno puede asociarse para sacar en préstamo los libros que se quiera. Tienen un espacio dispuesto para la lectura, y ofrecen cursos y talleres de artesanías, pintura y demás artes que aquí son tan exploradas. La vida artística de Ubud es tan frondosa… ¡El arte está por todos lados! Especialmente el arte plástico, en las miles de galerías que se cruzan en el camino, así como la danza y la música.



El domingo empezó con un rico desayuno, como todos nuestros días en realidad… Pero con un invitado especial a la mesa. Resulta que mientras charlábamos y disfrutábamos del calorcito de la mañana, muy sigilosamente se acercó un mono a nuestra mesa, y trepó a la silla vacía. Sin el mínimo reparo fue seleccionando del plato las frutas que más lo tentaron, comiéndolas como si nadie más estuviera ahí. Sorprendidos los dos, tanto por el mono sentado a la mesa como por su tranquilidad y nula agresión, nos levantamos lentamente, mientras le avisábamos a los dueños de la posada que teníamos un “new friend”. En cuanto el monito (colmillos grandecitos al margen) se dio cuenta que se le venía la noche, rápidamente se metió varios pedazos de sandía bajo el brazo, abandonó la silla y trepó al techo como si nada. ¡Maravillosa naturaleza en la que estamos! Salvaje y divina.



Y si de monos se trata… Ubud es el paraíso. No solamente andan libres por todo lados, trepando palmeras, gente y platos de fruta ajenos, también tienen su propio santuario, el Monkey forest. Es un lugar bellísimo, una selva completa que tiene tres templos adentro.
La misión del “Sacred Monkey Forest Sanctuary”, como ellos mismos la explican, es conservar el área basándose en el concepto de Tri Hita Karana, tomado de la filosofía del Hinduismo, que significa algo así como las tres formas de alcanzar el bienestar físico y espiritual. Lo sustancial de esta doctrina es cómo hacer que las personas mantengamos vínculos armoniosos en esta vida: armonía entre las personas, armonía con la naturaleza y armonía con Dios. Esto reza y propone el Monkey Forest, por eso hacen especial hincapié en el respeto por la naturaleza y los cuidados que deben tenerse, ya que los monos están sueltos y uno puede darles bananas, sacarles fotos y demases. Es muy lindo verlos andar por ahí sin problemas, y es loquísimo lo acostumbrados que están al contacto con humanos. Sólo para completar la info, los tres templos que están dentro del parque son “Pura Dalem Agung”, que es el templo principal, dedicado al dios Hyang Widhi, “el transformador”; “Pura Beji”, donde se rinde culto a la diosa Gangga, y es un templo de purificación; y “Pura Prajapati”, ubicado junto al cementerio, que se utiliza como temporario mientras se espera el día de cremación masiva, que es cada cinco años.

Los templos en Ubud son tantos… la ciudad está construida sobre ellos. No es raro suponer que de allí venga también la espiritualidad de este lugar. Ningún otro pueblo de la isla de Bali tiene tantos templos y espiritualidad como tiene Ubud. Es única. Y enamora.





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